Thursday, July 31, 2008

Benecia Boy


En el lado izquierdo colocando un directo con la zurda Marcelino
y en la derecha poniendo la cara Tomasito.

Muerte en Venecia

Yo (citando a Pablo Neruda): ¿Tiene más hojas un peral que
Buscando el Tiempo Perdido?
Pequeña Bolchevique (cual Lionette rugiente): No visualizo un peral
pero Thomas Mann seguro que describirá uno en su libro,
no creo que le haya quedado nada por describir.
Fragmento de correspondencia personal


He oído decir que Marcelino viajó a Venecia en 1900 siguiendo las huellas de un inglés, un tal John Ruskin. Por lo visto había decidido traducir al francés las obras de este último, en especial su libro Stones of Venice (1851) que analizaba la importancia de la arquitectura doméstica en la moral religiosa y en la política. Así ni corto ni perezoso Marcelino hizo las maletas y se plantó en Venecia donde se alojó en el Hotel Des Bains. Parece ser que la comodidad del lugar hizo cambiar de idea al escritor que decidió que ya no necesitaba visitar esos ejemplos de arquitectura doméstica y que le bastaba con observarlos con un pequeño catalejo desde la ventana de su habitación del hotel.

Marcelino se siente tan cómodo en aquel lugar que no duda en enviarle una carta a su madre para que se traslade a Venecia, más aún cuando constata, durante una pausa en sus baños de sol, que los libros de John Ruskin están escritos en inglés. Y él no tiene ni idea de tal idioma, mientras su madre lo habla con fluidez. Ademas Marcelino se había encaprichado de un jovencito que con su familia se hospedaba en el hotel, y la presencia de su madre le pareció un buen salvoconducto para entablar "amistades". Y así fue, al poco de llegar su madre Marcelino ya salía a pasear con los jóvenes de la familia y comenzaba a tejer su red alrededor del objetivo. Pero según se acercaba más al jovencito veía más clara la sombra de Tomasín.

Tomasín era un amigo alemán de la familia del jovencito, polacos ellos. Tomasín se encontraba en Venecia con su amigo el pintor y violinista Paul Ehrenberg y ambos pasaban largas horas junto con el jovencito, que ahora Marcelino sabí que se llamaba Tadeo. Invertían mucho tiempo en la playa, en dar paseos por el borde del mar y en descansar tanto al sol, como en el interior de las casetas, a las que gustaban entrar para echar reparadoras "siestas" a las que Marcelino nunca era invitado.

Aquello fue agravándose con el tiempo y una mañana Tomasín y Marcelino se enfrascaron en una pelea dialéctica por una tontería, como registra en su diario Paul Ehrenberg:
"Yo estaba tocando el violin con Tadeo dentro de una caseta de la playa cuando afuera comenzó un intercambio de opiniones en elevado tono entre ambos. Era una tonta discusión sobre que Fausto era más fiel a la historia original. Recuerdo que mi amigo Mann defendía ardientemente la revisión de Goethe, engrandecidas con las composiciones de Wagner. Consideraba que la introducción de la redención en la historia, ya indicada en la versión de Gotthold Lessing, alejaba al personaje de las imposiciones del clero medieval que había censurado la historia original de Georgius Faustus. Por su parte el francés, Proust creo recordar que se llamaba, defendía con vehemencia la versión de Christopher Marlowe, por la calidad de su verso blanco y por la fidelidad a la obra de Spies, imposibilitando cualquier redención del pecador. Yo me vestía tan rápido como podía para salir a calmarlos. Abrí la puerta y me disponía a poner un toque de humor defendiendo el Fausto criollo de Estanislao del Campo. Pero llegué tarde y Mann ya estaba diciendo al francés que era de sobra conocida en el hotel su total nulidad con el idioma inglés, y que el único de su familia que podría apreciar un verso blanco sería su madrecita. En ese momento el francés le cruzó la cara con un guante y a la mañana siguiente yo era el padrino de Mann en el duelo".

Según mis indagaciones la buena voluntad de los padrinos, Paul parte de Tomasito y por Marcelino un músico compatriota suyo, consiguieron que la sangre no llegara al Lido. Parece ser que el músico frances, que respondia al nombre de Claude y que había llegado de Cannes con su tía Clementina, no dudó en ayudar a Marcelino cuando este le contó la gran pasión que despertaba Wagner en Tomasito. Aún así la mediación cordial de Paul Ehrenberger consiguió que la ofensa se saldara con un match de boxeo a la mañana siguiente.

El combate tuvo lugar en los jardines traseros del Hotel Des Baines al amanecer. Ambos se presentaron vestidos para la ocasión impecablemente, y parecía que los padrinos, el joven Tadeo y algunos elegantes clientes del hotel contemplarían un buen combate. Pero nada más comenzar se hizo evidente que ninguno tenía condiciones atléticas y el combate resultaba un anodino intercambio de flojos golpes que apenas hacían daño. Cuando el cansancio comenzó a notarse, y no tardó mucho, las guardias bajaron y ambos acababan sus intercambios de golpes medio abrazados. Por momentos parecían el Ballet Imperial Ruso, a lo que contribuía Claude tarareando una de sus recientes composiciones que provisionalmente llamaba La Mer. Súbitamente el cielo se volvió oscuro y se desató una tormenta, la suerte quiso que un rayo impactara en un cercano peral y una rama de gran tamaño cayó sobre ambos bailarines.

El resultado fue que tanto Marcelino como Tomasito acabaron en sus respectivas camas con brechas en sus cabezas y en reposo durante un par de semanas. Cuando se recuperaron Tadeo y su familia habían vuelto a Polonia y ambos púgiles volvieron a sus respectivos países. Nunca más se volvieron a ver, pero ambos guardaron para siempre un profundo rencor hacia el otro.

PD: Entre quienes presenciaron esta lucha final entre gigantes intelectuales estaba Gerardo García Hernández, emigrante asturiano residente en La Habana, un hombre que hizo fortuna con la exportación del tabaco. Tras volver del viaje y aún impactado por el combate decidió lanzarse al mercado americano con una nueva marca: Benecia Boy Tobacos.

W. B. Kurtz

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