Thursday, August 14, 2008

Guillén, de guilletén (un poco de envidia sin rima)


Tus guantes

puestos en la punta de tu cuerpo de ardilla,

y el punch de tu sonrisa.


El Norte es fiero y rudo, boxeador.

Ese mismo Broadway,

que en actitud de vena se desangra

para chillar junto a los rings

en que tú saltas como un moderno mono elástico,

sin el resorte de las sogas,

ni los almohadones del clinch; ese mismo Broadway

que unta de asombro su boca de melón

ante tus puños explosivos

y tus actuales zapatos de charol;

ese mismo Broadway,

es el que estira su hocico con una enorme lengua húmeda,

para lamer glotonamente

toda la sangre de nuestro cañaveral.


De seguro que tú

no vivirás al tanto de ciertas cosas nuestras,

ni de ciertas cosas de allá,

porque el training es duro y el músculo traidor,

y hay que estar hecho un toro,

como dices alegremente, para que el golpe duela más.

Tu inglés,

un poco más precario que tu endeble español,

sólo te ha de servir para entender sobre la lona

cuanto en su verde slang

mascan las mandíbulas de los que tú derrumbas

jab a jab.


En realidad acaso no necesitas otra cosa,

porque como seguramente pensarás,

ya tienes tu lugar.

Es bueno, al fin y al cabo,

hallar un punching bag,

eliminar la grasa bajo el sol,

saltar,

sudar,

nadar,

y de la suiza al shadow boxing,

de la ducha al comedor,

salir pulido, fino, fuerte,

como un bastón recién labrado

con agresividades de black jack.


Y ahora que Europa se desnuda para tostar su carne al sol

y busca en Harlem y en La Habana

jazz y son,

lucirse negro mientras aplaude el bulevar,

y frente a la envidia de los blancos

hablar en negro de verdad.



(Sóngoro Cosongo, 1931.)

1 comment:

Desvalijadas said...

eso está cabrón. me encanta.